Los jóvenes de Teatro Trono, mestizos e indígenas de la ciudad de El Alto, remueven la memoria nacional boliviana de los movimientos violentos que fueron chispa para la revolución que actualmente da vuelta a la realidad nacional. La lucha de los jóvenes, tan personal como colectiva, es vencer a sus dudas frente a una responsabilidad tan gigantesca y un dolor tan profundo, para transformar la memoria colectiva en acción creativa. El empuje que les libera viene del lugar menos esperado: de los espíritus de los movimientos sociales del pasado, que reclaman justicia postergada ahora, no solo en el escenario, sino también en la calle.